Hace unas semanas, me enteré por mi colega profesional y compañero intelectual, el profesor universitario y psicólogo Edgar Cabanas que la revista Nature, la publicación científica más prestigiosa e importante del mundo junto con Science en estudio científico y conocimiento empírico, había demostrado la poca solidez científica en la forma en la que se hacían los experimentos (es decir, que eran planteamientos poco rigurosos científicamente hablando y por tanto sus resultados frágiles) y, lo que para mí es más interesante, con poquísima eficacia en el largo plazo de las técnicas psicológicas que nos están vendiendo continuamente como «recetas para la felicidad» o «herramientas imprescindibles» para el bienestar.
En casi todos se observó que las primeras sesiones provocaban un efecto positivo, pero esto se diluía en el largo plazo de forma espectacular, hasta que eran poco significativos.
Se trata de un estudio muy riguroso y potente, analizando los datos de cientos de investigaciones y sobre todo, buscando cómo de sólida era su metodología y su nivel de evidencia empírica, así como sus efectos a largo plazo. Dicho en llano: ver si las investigaciones seguían criterios rigurosos o fácilmente se venían arriba y era más un barniz de investigación empírica que ciencia real y pura.
Señalar también que no es el primer estudio de rigor metodológico que se hace con resultados similares, pero siendo una revista tan importante y rigurosa, y el volumen de artículos investigados, es un palo importante a toda esta psicología de panfleto.
Los resultados son llamativos, y habría que grapárselos en la frente a tanto gurú cantamañanas, psicólogo de panfleto y a la industria de la felicidad (autoayuda, cursos…), que como si de un producto de consumo se tratase, como una puta camiseta, nos quieren vender remedios para ser felices (además de meternos miedo y crearnos necesidades que no teníamos que nos dicen imprescindibles para sentirnos bien).
La gratitud tendría una calidad científica del 29.2%
El Mindfulness del 4,1%
Interacción: 16.6%
Ejercicio: 6.7%
Contacto con la Naturaleza: 10.8%
La verdad que no salen nada bien parados, sobre todo el mindfulness a pesar de esta tan de moda y la turra que nos dan con el mismo…
Tanto Edgar, en su libro Happycracia (el cual te recomiendo encarecidamente)(enlace de compra en Amazon) como yo con Hasta los Cojones del Pensamiento Positivo (enlace de compra), realizamos un análisis de estas técnicas, tendencias y eficacia real, Edgar de una forma más analítica y yo humanista y malsonante, pero básicamente llegábamos a conclusiones muy parecidas. Sin embargo, nunca había salido una publicación con datos científicos tan contundente que analizase y pusiera en evidencia la poca consistencia y el humo que venden estas investigaciones.
Yo puse más el foco en lo dañino de este pensamiento, por cómo culpabiliza a las personas por algo normal como estar tristes y por lo peligroso que es reprimir emociones y tratar de evitar el malestar, y apunté la poca lógica de los razonamientos de estas técnicas y sus medias verdades, pero me alegra y sorprende que por fin haya datos sólidos sobre su eficacia y rigor metodológico.
Con esto no quiero decir que no sean buenos hábitos, que desde luego lo son, sino el hecho de que no existen recetas para la felicidad y que el bienestar es más consecuencia de cómo nos tratamos, de elegir y tomar decisiones jodidas y sobre todo, cómo enfrentamos la vida y el dolor.
Tenemos que entender que estas técnicas son la guinda del pastel, las virutas de chocolate, que están muy ricas, pero la masa del mismo, lo que le da soporte y es la clave, es atender a nuestra vida y elegir cómo queremos vivirla desde la congruencia, la lealtad, el respeto y el amor a nosotros mismos, y ese amor más que técnicas para crear un concepto vacío que es la autoestima, consiste más en acogernos en el dolor y en pelear por nosotros y por lo que amamos, para conseguirlo o protegerlo, cuando es necesario.
También entender los factores que superan lo individual como las relaciones humanas, el modo de vida de cada cultura, la salud, la estabilidad económica o laboral, que siempre se quedan fuera en un discurso que lo reduce todo al sujeto, lo que hace que sea muy culpabilizador («todo depende de ti» así que si estás jodido, es tu culpa)
La felicidad no es un producto de consumo, las personas tampoco, así que necesitamos menos herramientas y tecniquitas, y poner más en el foco en si somos honestos y leales con nosotros mismos.
– Libro Hasta los Cojones del Pensamiento Positivo de Buenaventura del charco (enlace de compra),
– Libro Happycracia de Edgar Cabanas (enlace de compra en Amazon)
Si te interesa, también puedes leer este artículo que publicó el periódico El Español, donde explicaban los resultados del artículo de Nature, haciendo click aquí.