Hace tiempo que llevo viendo algunas noticias que son para mear y no echar gota. Se trata de iniciativas pioneras por parte de los departamentos de recursos humanos de empresas muy pioneras como Amazon, cuyos operarios que trabajan a destajo tienen cada hora de trabajo un “descanso” de 60 segundos en el que su ordenador bloquea lo que esté haciendo y aparece una “afirmación positiva” de 60 segundos mientras se invita al empleado a respirar profundamente y repetir una serie de palabras para reducir el estrés.
Otras, impulsadas por este nivel de creatividad, han postulado por la existencia de un nuevo puesto de trabajo: El jefe del buenrrollo en la empresa. Te juro, querido lector que no te estoy vacilando, puedes buscar la noticia en la web del diario El Economista, que fue donde yo la leí mientras se me quedaba el culo torcido de la impresión, el caso es que se se trata de un cargo cuya función no es otra que la de velar porque todo el mundo esté feliz en la empresa, haya risas, organizar eventos entre los empleados y que haya buenas vibras.
En la misma línea y sin caer en lo ridículo, encontramos otras iniciativas frecuentes como las empresas que organizan charlas con psicólogos, coachs y otros “expertos” de desarrollo motivacional para que organicen talleres de mindfulness, charlas motivacionales y otro tipo de actividades para dotar a sus empleados de herramientas para gestionar el estrés y la ansiedad.
Esta carrera de innovación laboral en pro del bienestar de los trabajadores es sin lugar a duda fascinante y extrambótica para el espectador ajeno al mundo de la empresa, como es mi caso, que gestiono como psicólogo en Marbella con un empleado y que formo parte de otra en la ciudad nazarí como trabajador del psiquiatra en la clínica donde paso consulta.
Personalmente, creo que una empresa tiene una función, que no es otra que la de generar un negocio y lucrarse por parte de quienes la montan, algo que me parece muy digno y positivo, siempre que se cumplan las condiciones dignas de los empleados y se de un servicio justo al cliente. Lo que sí me parece sorprendente, es cómo en esta época de incertidumbre laboral, de contratos temporales, de hiperconectividad vía mail y grupos de whatsapp en la que es imposible desconectar del trabajo incluso en vacaciones o de pérdida de poder adquisitivo por los empleados promedios, las empresas, estén poniendo tanto el foco en todo este tipo de acciones y mamarrachadas, como si nada de lo que acabo de citar tuviera que ver con los problemas de estrés y anímicos de sus empleados y la cuestión fuese que no saben meditar (cosa que no creo que nuestros padres y abuelos de 1960 o 1970 supiesen hacer y sin embargo había menores niveles de ansiedad y mayor satisfacción laboral).
Me parece genial que en las empresas se preocupen por el bienestar o la motivación de los empleados (lo que puede repercutir en beneficios para la empresa), y la incorporación de los psicólogos a los departamentos de recursos humanos creo que fue, sin lugar a dudas un paso acertadísimo, pero que se ponga el foco en estas acciones cuando los aspectos más básicos como el salario, la estabilidad laboral, la conciliación de horarios o la desconexión del trabajo fuera de la jornada brillan por su ausencia, parece que es ya restregarle a la gente por la cara un chiste de muy mal gusto.
Estaría bien que le echasen un vistazo a la Pirámide Motivacional de Maslow (o a otras tantas investigaciones científicas), donde queda claro que la clave para el bienestar humano y la ausencia de ansiedad y estrés tiene que ver con la sensación de seguridad material y estabilidad por encima de hábitos, herramientas y similares.
En esta época de postureo, de buenrrollismo, de lo políticamente correcto, todo se convierten en gestos vacíos pero vistosos de cara a la galería, donde parece que se quiere aparentar más que se hace que lo que se consigue realmente y no, la empresa no está para ser mega guay y colegui contigo, pero sí para dar una condiciones laborales dignas y respetuosas. Ahora, en esta sociedad postmodernista y esquizofrénicamente contradictoria, se pone el foco en la guinda del pastel, cuando nos falta la masa del bizcocho…
Como no todo es criticar por mi parte, aunque a veces pueda parecer que sí, no puedo finalizar este artículo, sin mencionar también el conocido como “salario emocional” (aunque este sí me parece una iniciativa más seria) que consiste en recompensar también al empleado con otros beneficios no económicos como mayor flexibilidad laboral, reconocimiento por el esfuerzo y el mérito, programas de formación continua, implementación si se desea de teletrabajo y otras medidas para conseguir que los empleados se sientan mejor, algo que sí me parece una aplicación seria y respetuosa (siempre y cuando el salario emocional no sea sustituto del monetario) entre tanta acción instagrameable, en la que parece que nos mean en la cara, y nos dicen que llueve.