Los pensamientos autocríticos suelen ser una de las problemáticas más frecuentes en nuestros pacientes. La generalización y aumento (en las últimas décadas) de la meritocracia y competitividad llevada a las personas imperante en occidente, fruto sobre todo de la influencia cultural de Estados Unidos, coincide con el aumento pandémico de tasas de depresión o ansiedad (Kneff, 2012). En otras regiones podríamos considerar influencia del Confucionismo (que promueve la autocrítica para favorecer el colectivismo y el autocontrol) o incluso el papel que ha podido tener la moral católica (que si bien está en retroceso ha dejado su impronta, con cosas buenas y malas) y su tendencia a la culpabilización en favorecer la autocrítica en las personas o incluso enfocarla como una práctica positiva. O, por ejemplo, la falsa creencia de que la autocrítica es una eficaz estrategia motivadora (Kneff, 2003).
La existencia de padres exigentes provocan un aprendizaje vicario que el niño interioriza en su relación consigo mismo (o una autocrítica y niveles de autoexigencia que el niño “introyecta” si lo expresamos en términos gestálticos o que ayudan al desarrollo de un super-yo desmedido en términos psicodinámicos) que favorecen la actitud autocrítica (Blatt, 2004).
Si anteriormente las personas padecían sobre todo por las cosas duras que debían soportar como la enfermedad, la mortalidad infantil o la miseria, actualmente sobre todo sufren fruto de la forma de relacionarse con ellos mismos y con la sociedad en un mundo hiperdesarrollado y aparentemente fácil y protector, pero que debido a las redes sociales, al consumismo extendido a las personas (Las personas, el nuevo producto de consumo) y la meritocracia quizás es más exigente que nunca.
Si monitorizásemos la actividad cognitiva de la mayoría de las personas, encontraríamos que un porcentaje muy significativo de ella está compuesta por pensamientos autocríticos. Un juicio constante y un maltrato verbal atroz en el que nos decimos todo tipo de descalificativos por aquello que consideramos que no hacemos bien o nos exigimos de forma cruel y déspota (Blatt, 1982). No he leído ningún artículo al respecto, pero por mi experiencia clínica puedo afirmar también que en las autoexigencias, el uso de distorsiones cognitivas como pensamiento dicotómico o personalización son increíblemente frecuentes en este tipo de autoataques mentales, si bien considero que la autocrítica no es dañina tanto por sus distorsiones, sino sobre todo por la actitud hostil hacia uno mismo, algo incompatible con el autocuidado y la autoestima. Lo perverso, si se me permite la expresión, no es el hecho de que te juzgues o te maltrates por algo que no es tan cierto o ajustado a la realidad, sino el hecho de que ataques a ti mismo y la indiferencia ante el propio dolor que te provocas.
Greenberg y su equipo con su terapia focalizada en la emoción (EFT) ha demostrado el pernicioso efecto que tienen las voces autocríticas como una rabia hacia uno mismo, una expresión emocional secundaria desadaptativa que impide a la persona adaptarse a la situación que está viviendo para cubrir sus necesidades e íntimamente relacionada con cuadros depresivos y ansiógenos (Greenberg, Rise, Elliot 1996). Demostrando de forma empírica el afamado juego interno del “perro de arriba-perro de abajo” que ya señaló muy acertadamente Fritz Perls y la terapia gestáltica o los efectos de los “deberías”.
Posiblemente el psiquiatra austríaco fue el pionero en enfocar este “auto-machaque” como un acto que el sujeto se realiza a sí mismo y del que, por tanto, es responsable. Si bien el psicoanálisis tuvo el enorme mérito de señalar y en abordar el tema de la autoexigencia en la figura del Super-Yo y de demostrar cómo castraba y generaba conflictos y sufrimiento, esto se producía como suceso incosciente, y por lo tanto ajeno al control y responsabilidad del sujeto hasta que el psicoanalista lo hiciera presente.
Gilbert (2009) ha señalado que la autocrítica (el rechazo de uno mismo) y el rechazo externo pueden son vivenciados como un ataque interno, una situación de riesgo y alerta que empujan al sujeto a padecer trastornos de ansiedad y depresión.
Estos sentimientos de ineptitud e inferioridad que produce una actitud autocrítica pueden llegar a poner en claro riesgo la salud de las personas, creando un dolor emocional del que se intenta escapar o darle salida a través de conductas autodestructivas como la adicción o incluso el suicidio (Blatt 1995; William, Gilbert, McEwan 2009).
Se trata por tanto de un área que según la evidencia empírica está detrás de gran parte de los problemas de salud mental actuales y, si reflexiono sobre ello desde la experiencia clínica y de mis interacciones sociales, el darme cuenta y la toma de consciencia de mi propio mundo interno o los mensajes que oigo en la sociedad, de gran parte del malestar que nos afecta a casi todas las personas. El miedo al rechazo, a no ser suficiente para ser amados y al fracaso es unido a un menosprecio de nuestro propio dolor y la normalidad de la crueldad hacia uno. Es desde mi punto de vista el mayor de los males en el mundo desarrollado.
Bibliografía:
Blatt, SJ (1982)«Dependency and SelfCriticism: PsychologicalDimensionsof
Depression», JournalofConsulting and ClinicalPsychology, 50, págs. 113-124.
Blatt, SJ (1995) «TheDestructivenessofPerfectionism: ImplicationsfortheTreatmentofDepression», American Psychologist, 50,págs. 1003-1020
Blatt, SJ. (2004)“ExperiencesofDepression: Theoretical, Clinical, and ResearchPerspectives” Washington D. C., American PsychologicalAssociation
Gilbert, P. (2009). Introducingcompassion-focusedtherapy. Advances in PsychiatricTreatment, Vol. 15, pp. 199-208.
Gilbert, P; McEwan, K. y Williams, K. (2009), «Striving and Competing and ItsRelationshiptoSelf-Harm in Young Adults», International JournalofCognitiveTherapy, 2, 2009, págs. 282-291.
Greenberg, L. S., Rice, L. N., & Elliott, R. (1996). Facilitando el cambio emocional: el proceso terapéutico punto por punto. Paidós.
Neff, K. (2012). Sé amable contigo mismo. El arte de la compasión hacia uno mismo.
Neff, K (2003) «Development and Validationof a ScaletoMeasureSelf-Compassion», Self and Identity, , págs. 223-250