La depresión es, junto con la ansiedad, la problemática psicológica más extendida en nuestra sociedad actual (y una de las que más veo como psicólogo en Marbella), sobre ella se han escrito ríos de tinta y existen multitud de enfoques, modelos y teorías sobre ella, que a su vez dan lugar a tratamiento de depresión específicos, test de la depresión y otras herramientas de diagnóstico…
Me considero un psicólogo especialista en depresión, a pesar de lo cual difiero bastante de la conceptualización y forma de verla que está más extendido dentro de la psicología imperante.
Normalmente los enfoques se basan en intentar definir qué es una depresión, o especificar los síntomas de la depresión. El problema, para mí, de estas aproximaciones es el hecho de que ponen demasiado el foco en el diagnóstico, es decir, en describir qué es exactamente cuáles son las características de la depresión, las técnicas para tratar la depresión, o más bien, sus síntomas. Aunque esto puede parecer lógico, hay que entender que con este planteamiento podemos entender bien una fotografía fija de lo que es una persona deprimida, pero no estamos yendo a lo que para mí es realmente importarte: Qué me lleva a tenerla, y sobre todo, qué estoy manejando en mi vida a través de la misma para que no pueda salir de la depresión. Y es que para entender cómo superar la depresión debemos entender que la misma no es el problema en sí mismo, sino el resultado de cómo manejamos otras cosas de nuestra vida, que es lo que nos lleva a deprimirnos realmente.
En este artículo, por tanto, no voy a explicar la depresión y síntomas, sino por qué nos deprimimos, y en función de esto, qué tipos de depresión considero que existen en base a lo que nos lleva a desarrollarla y su funcionalidad, para que más que una mera catalogación, sea un enfoque que sirva para ayudar a una persona con depresión a entender lo que debe enfrentar para poder salir del puto hoyo en el que se ha metido. (hay que tener en cuenta que esta no es una clasificación oficial o científica, sino una forma de explicarlo a nivel divulgativo)
Tipos de Depresión (y causa y “para qué” de la misma)
Depresiones Autocríticas: Creo que, en esta época de postureo y superficialidad individualista, es la que más extendida está, al menos, es la que yo más veo como psicólogo en Marbella (ciudad donde ejerzo presencialmente, aunque vea pacientes on line) y La persona desarrolla un trastorno depresivo debido a que continuamente se está metiendo caña y exigiéndose cosas. Este machaque autocrítico, donde tu voz interna es un pequeño cabrón dándote cera todo el día, la verdad es que machaca a cualquiera. Además, lleva a una profunda sensación de insatisfacción, que hace que todo se vuelva amargo y no disfrute de nada, ya que casi nunca lo que consigo o soy es “lo suficientemente bueno” para ese juez interno.
Este tipo de depresiones se origina por nuestro miedo a no ser suficientemente buenos o válidos, lo que nos lleva a buscar continuamente “ser la mejor versión de nosotros” y “conseguir objetivos” para intentar calmar ese miedo. El problema, es que esa autocrítica interna nunca está contenta con nada y siempre nos está fustigando para que demos el 100%, y es precisamente esa actitud de crueldad con nosotros mismos la que nos acaba hundiendo. Además, ese ataque interno tiende a crearnos alerta y agitación (que nos lleva a querer controlarlo todo para que salga bien), con lo que acabamos con depresión y ansiedad.
Aquí por tanto la solución para curar la depresión no sería ponernos a hacer cosas, trabajar la tristeza o los pensamientos depresivos, sino solucionar nuestro esquema emocional de sensación de no ser válidos o dignos de amor, para de esa forma, calmar a esa voz autocrítica que es la que no para de machacarnos y decirnos de todo menos bonico, nos termina deprimiendo. Aprender a vernos con compasión y conmovernos por nuestro propio miedo a no valer y lo que nos hace sufrir la autocrítica perfeccionista.
Depresiones de Autoabandono: Básicamente se trata de una persona que, en algún momento, ha decidido posicionarse ante su propio malestar desde la indiferencia. En ese “me doy igual” no esforzarnos por nosotros, por cambiar o por pelear en la vida es, sencillamente, la conclusión lógica y, por tanto, pedirnos hacer cosas por nosotros mismos y lo que nos importa, es incongruente e incompatible con ese posicionamiento, así que, sencillamente no va a ocurrir. Este tipo de depresiones son frecuentes en personas que han sido poco atendidas en su infancia o que han recibido el mensaje de que no son importantes, también en quienes han vivido situaciones muy duras ante las que no se podía hacer nada (y por tanto han aprendido a resignarse ante los problemas). Se caracterizan por la falta de ganas de hacer cosas, de tener energía. Para solucionarlas la mayoría de los psicólogos usan técnicas para la depresión con el fin de ponerle a hacer cosas, en especial la activación conductual o el deporte, que, si bien son efectivas, aquí encuentran el problema de no que si no cambian esa vivencia de “yo no valgo nada y mi sufrimiento no importa” son casi imposibles de realizar por el paciente depresivo.
También pueden ocurrirle a personas que tienen miedo a sentir dolor, fracasar o pasarlo mal, así que deciden pasar de sí mismos, aislarse de la vida en un intento de protegerse de cualquier posible sufrimiento, pero al final la causa es la misma: su dolor no les importa lo suficiente.
Para solucionarlas está claro que hay que hacer cosas, pero primero hemos de cambiar esa indiferencia y huida ante nuestro propio dolor. Hemos de aprender a mirarnos de una manera sincera, conmovida y deseosa de acompañarnos y tratarnos bien.
Depresión de Vacío Existencial: Aunque las menos frecuentes, cada vez las veo más en consulta. Se trata de personas que si bien puede parecer que tienen una vida exitosa o funcional, se sienten vacías por dentro. Viven en automático, haciendo las cosas más porque “toca” o “es lo que se espera” que por una convicción real, sus vidas no son malas, no están mal, pero ellos no están bien. Todo esto les lleva a sentirse muy solos y aislados, incomprendidos, ya que casi nadie entiende lo que realmente les pasa, ni siquiera ellos mismos, ya que en cierto modo “no tienen motivos” para estar depresivos.
Esto suele llevar a que tengan depresión y ansiedad añadida por no saber qué les ocurre, o incluso dudar sobre si tienen depresión o ansiedad, ya que la primera no está clara al no experimentarse en forma de una enorme falta de energía o de un sentimiento de tristeza intenso. Es una depresión sutil, casi encubierta detrás de un montón de cosas que aparentemente están bien y por las que habría que estar agradecido.
¿Por qué ocurre la depresión de este tipo? Normalmente se da en personas que tienen una vida que en el fondo, no han elegido, sino que viven en base a los designios de otros o de la sociedad, pensando más en “hacer lo correcto” o agradar que en lo que ellos quieren realmente. Personas que no se les ha validado su propio criterio para entender qué quieren o, si lo entienden, ser capaces de defenderlo e ir a por ello aunque otros no lo entiendan, reprochen o juzguen. En cierto modo, la depresión es la consecuencia lógica a vivir una vida que no es la que yo quiero vivir realmente, por mucho que esta sea agradable.
Por eso aquí lo importante es desarrollar un buen “darse cuenta”, una consciencia interna para aprender a identificar mis emociones y vivencias que me permiten entender qué es lo que tiene significado para mí, lo que me nutre, lo que le da sentido a mi vida y entender que este no es algo que me digan, sino algo con lo que yo conecto y elijo. También suele ser necesario aprender a estar dispuesto a sentir el rechazo de otros para llevar la vida que yo quiero llevar, aunque parezca ridícula o poco importante para otros.
Depresión por Represión y Evitación Emocional: Se trata de pacientes que generan un cuadro depresivo fruto de sus intentos de evitar sentir y reprimir activamente emociones, normalmente de tristeza o rabia. Cuando se trata de evitar la tristeza, su intento de no estar tristes les lleva a no poder sentirla, por la que se quedan “encasquillados” en esa emoción, estando eternamente tristes o decaídos pero sin la liberación de llorar y entregarse al sentimiento plenamente, precisamente por eso, su autorregulación biológica, su psiquismo, les pone esa pena delante una y otra vez en un intento de que se hagan cargo de ella. Cuando se trata de la rabia, son personas que les da miedo el conflicto y ser fuertes, así que suelen instalarse en roles de victimismo y debilidad, de forma que usan la tristeza depresiva como una forma de “tapar” la rabia o de no tener que hacerse responsables de ella (“no me enfrento a mi padre porque estoy deprimido y no puedo” “no pongo límites porque soy débil y doy pena” o similares)
A veces en estos pacientes la causa de su represión también puede ser el miedo a tener una depresión como otros miembros de su familia, por el miedo a que le abandonen o rechacen si están tristes o enfadados o por la obligación social de “ser positivos”, ese miedo a estas emociones les lleva a reprimirlas o evitarlas, incluso con técnicas psicológicas por lo que el problema sigue ahí.
La solución, como dice Leeslie Greenberg, consiste en aquello de “si quieres dejar algo atrás hay que atravesarlo”, es decir, permitirnos sentir, mostrar y actuar esa tristeza o rabia plenamente hasta que la emoción cumple su función, se gasta y ya no necesito estar en ella.
Circunstanciales: En esta categoría, un poco “cajón de sastre” hablaríamos de la depresión postparto, de la depresión por duelo patológico (pérdida de algo o alguien) u otro tipo de depresiones que parecen fruto de cosas que ocurren y de alguna manera hace que algo de nosotros se rompa por dentro, de forma que después de ello, no somos capaces de conectar con la felicidad y la alegría en nuestras vidas. También pueden darse por alteraciones de tipo biológico (problemas en la segregación de dopamina y serotonina, hormonales…) y suelen ser las que mejor responden a le medicación.
Aunque las señale y las considere, si que creo que rara vez son “puras”, sino que casi siempre vienen acompañadas o moduladas por las indicadas anteriormente.
Señalar para terminar que en el fondo, todas estas categorías son algo un poco “abstracto”, al ser una extracción analítica, ya que normalmente las cosas no son tan puras y definidas, sino que pueden darse varias a la vez o una mayoritaria y otras en menor grado, como una persona que tiene una depresión postparto en el que su autoexigencia de ser una buena madre juega un papel importante o una depresión fruto de una ruptura ya que la persona reprime o huye de la tristeza inherente y necesaria para elaborar el duelo y superar la pérdida.
Con todo, cada una de ellas tiene una serie de componente en común: la indiferencia hacia nuestro propio dolor y el miedo a que nos abandonen si no somos buenos o lo hacemos bien y todo eso nos hace pasar de todo, darnos igual, machacarnos, reprimir y evitar nuestra tristeza porque preferimos abandonarla o no responsabilizarnos y aceptar humildemente lo que necesitamos en una situación difícil.